El que no haya jugado a manejar un carrito de “super” entre los pasillos como si fuera un auto de rally, no tuvo infancia. Seguramente, para muchas personas que visitaron supermercados siendo niños, este aglomerado de varillas de metal con ruedas fue su primer vehículo. Ahora, ¿Qué sucede cuando un niño-adulto tiene la capacidad monetaria para darle rienda suelta a sus deseos más infantiles? El resultado son cosas como esta, un exponente de la inutilidad práctica pero a la vez un objeto vistoso y adorable.
Este carrito de super de 2,740 mm de altura y 3,657 mm de largo, porta un V8 de 290 Hp fabricado por Chevrolet, lo que garantiza a sus seis ocupantes uno de los paseos mas inusuales de sus vidas. A la excentricidad de su planta motriz, se le suman 500 LEDs distribuidos en su carrocería y un original remate en los amortiguadores delanteros.
Otro enfoque para interpretar a este vehículo puede ser el artístico, ya que es posible pensarlo como un exponente simbólico del consumismo norteamericano, que, desinteresado por el cuidado del medio ambiente, pone el foco primordial en lo espectacular.
¿Un capricho reprimido? ¿Una obra de arte crítica?